Hoy mis pies se ven diferentes,
más delicados, con brillo de porcelana.
Y la angustiosa mirada de perro mojado.
Su silueta esbelta se ve más menuda hoy,
como una bailarina luego de un terrible accidente.
Frágiles y apenados, no sé si perdonarlos
por caminos violentos haberme llevado.
No vacilaron su andar, sin esquivar piedras y charcos
y al dar un traspiés rieron al verme caer.
No sé si por arrepentimiento o por miedo a ser destajados,
se enrollan acurrucados uno sobre otro.
Pienso cambiarlos por otro par de manos,
son ellas más dóciles a mi mando.
Pensándolo bien, con cuatro manos,
podría poco andar, y mucho hacer.
Entrego los tarsos calcinantes
Antes que engullan mis tristes anhelos.
Renuncio a ellos por las lágrimas enlodadas
y la vil complicidad.
Por llevarme a donde no quiero ir.
Espero pronto tus pies enlodados o no, te traigan a visitarme en Madrid. Me encanto verte. Te quiero un montón.
ResponderEliminar